Maldigo tu boca, pienso, mientras la acercas a la mía sin intención de rozarla.
Maldigo la distancia, causal de este deseo incontenible.
Maldigo la distancia, causal de este deseo incontenible.
Cuento, en medidas absurdas, el espacio faltante para que mis venas me quemen el cuerpo cuando, en un arrebato, rompo la calma para estar cerca, tan cerca, y aun tan lejos de ti.
Vaga mi mente destrozando calendarios y, en un sobresalto, mi corazón se detiene al saber que hoy, como ayer, no me arrebatarás el alma mordiéndome la boca.
Porque tú, ajeno a mis pensamientos, hablas para no escuchar las voces que revientan en mi pecho, haciendo que mis ojos acuchillen en vano tu indolencia.
Y te odio para siempre, hasta que me ves como si fuera la primera vez, intensificando mis ganas, ignorando esta obscena adicción que electrifica mis piernas, acrecentando este censurable deseo de tomarte hasta la locura.
Olvida que no me perteneces y ahógame en un instante eterno que separe mis labios para enlazarlos en tu boca.
Bésame pronto, y arráncame el veneno que me condena, que me desarma, ese veneno que me inyectas con las palabras que pronuncias mientras me consumes.
Bésame pronto, porque maldigo tu boca cuando no me besa.
Javiera Alfaro Nash, Fotografía Periodística